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sábado, 3 de julio de 2010

Por qué los médicos deben preocuparse por el maltrato animal




* El 20% de los abusos a mascotas está relacionado con un ambiente familiar violento
* Estos ataques se emplean muchas veces como método de chantaje, control o venganza


CRISTINA DE MARTOS

MADRID.- Los actos de crueldad cometidos contra animales pueden reflejar una falta de empatía y un disfrute con el sufrimiento, pero su importancia no acaba ahí. Varios estudios reflejan cómo los menores que viven situaciones problemáticas en el seno de sus familias (abusos, violencia, etc.) pueden manifestar su ira con los más débiles, los animales.

Varios estudios, liderados en su mayoría por autores estadounidenses, han confirmado la relación entre la violencia contra los animales y los castigos físicos, las palizas o los abusos sexuales. Tanto los padres como los hijos pueden perpetrar estos actos y las víctimas son, preferentemente, las mascotas familiares.

Alrededor del 20% de los casos de crueldad animal intencionada también implica alguna forma de violencia familiar, señalan las estadísticas. "Estos comportamientos no son cosas de niños, hay que estudiar qué les pasa. Puede que estén viviendo una situación de violencia en sus casas", señala Núria Querol i Viñas, criminóloga y especialista en crueldad hacia los animales.

En los casos más dramáticos, se produce lo que los expertos llaman 'muerte por compasión', explica Querol, cuando son los propios niños los que acaban con la vida de sus animales para evitarles el sufrimiento que les infligen otros a ellos mismos.
Una forma de intimidación

Los ataques contra las mascotas no se realizan sólo por el mero placer sino que se emplean como arma para coaccionar o intimidar a las víctimas de los abusos. Esto es especialmente dramático en los casos de violencia doméstica. En un estudio realizado en 1998 con mujeres que habían sufrido la ira de sus maridos, el 71% de las participantes admitió que su pareja había amenazado, dañado o matado a su mascota.

"Esta situación puede provocar, incluso, que las mujeres retrasen lo más posible su salida del hogar, por miedo a que sus maridos hagan daño a los animales", explica Querol. "Se han dado casos en los que el agresor ha enviado imágenes o el sonido de una paliza al perro o al gato como chantaje a sus esposas maltratadas", añade.

Según un trabajo publicado en la revista 'Australian Family Physician', el temor por la seguridad de las mascotas es responsable de que entre el 18% y el 43% de las mujeres retrasen el abandono de una relación abusiva.

"La crueldad con los animales es, con demasiada frecuencia, parte de un paisaje de violencia en el que los menores participan y al que están expuestos", señala Frank Ascione, del departamento de Psicología de la Universidad de Utah (EEUU), en el Boletín de Justicia Juvenil. "Más aún –señala el estudio australiano- la crueldad animal eleva importantes cuestiones acerca de la naturaleza de la empatía y del tipo de sociedad en el que deseamos vivir".

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