POR MARTA MOREIRA
Dentro de las corrientes de pensamiento que cuestionan el antropocentrismo ético, persiste desde los años 70 una fuerte corriente animalista que defiende la observancia de derechos para los animales. El Proyecto Gran Simio -sobre el que el PSOE y Los Verdes presentaron un proyecto de ley en 2006 para conceder derechos humanos a chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes- es heredero de este movimiento, que la catedrática Adela Cortina cuestiona en su libro, «Las fronteras de la persona».
-¿Cuál es la frontera que separa la protección de los animales y la dignidad de los humanos? -Hay gente que piensa que los animales no tienen ningún valor y podemos hacer con ellos lo que queramos.En el otro extremo están los que dicen que no se les puede utilizar ni tratar como instrumentos porque tienen dignidad. Considero que los animales sí tienen un valor, y deben existir reglamentaciones para su buen trato, pero no tienen dignidad, porque sólo la tienen los humanos, según la Declaración de 1948. Una cosa es decir que algo es valioso y otra decir que tiene derecho a libertad de asociación, expresión, reunión y conciencia.-¿Tiene que ver el hecho de que los animales no pueden asumir deberes? -Históricamente se ha dicho que los humanos tienen unas características racionales que los distinguen de los animales. Pero hay quien contradice este pensamiento argumentando que hay humanos como los discapacitados mentales graves que no cumplen estas características. Los miembros de la especie humana, estén en ejercicio de sus capacidades humanas o no, son personas y por tanto la sociedad tiene que tratar de que las ejerzan mediante el desarrollo científico y la protección social. -Hay quien piensa que el reconocimiento de los derechos debe comenzar cuando existe la capacidad de sufrir. -Los utilitaristas defienden esa teoría, pero no es mi posición. Yo creo que la clave es tener capacidad para entender qué es un derecho y un deber.-El ex diputado nacional de Los Verdes Francisco Garrido criticó duramente su oposición al Proyecto Gran Simio. -Muchos no me entendieron. No digo que los animales no tengan grandes capacidades, lo que me parece un error es decir que vamos a protegerlos a ellos y no a otros porque se parecen a los seres humanos. Eso es caer en el mismo pecado de especismo que critican los animalistas. -¿Por qué es merecedor de mayor valor moral un asesino que un perro maltratado? -Aunque los animales no tengan derechos eso no significa que los humanos no tengamos el deber de cuidarlos y no maltratarlos. En cuanto al asesino, todos estamos en contra de la pena de muerte porque la Historia nos ha enseñado que una cosa son las acciones absolutamente reprobables de alguien y otra es su dignidad como persona. -¿Justifica la diversión de los humanos el sacrificio de un animal? -Hay diferencias. Festejos como la caza del zorro o el toro embolado consisten simplemente en dañar al animal, y eso es ir en contra de nuestros deberes. Otra cosa son festejos vinculados al arte y la tradición. En los toros hay un enfrentamiento en el que el torero también se juega mucho.-¿Se puede establecer un límite desde el derecho moral a la agresión del medio ambiente? -No se trata tanto de hablar de derechos como de actitudes. Tiene sentido hablar del cuidado de la naturaleza porque es valiosa en sí misma. -Sobre política: ¿Es la corrupción consustancial al poder? -Creo que el poder se tiene que utilizar para servir, y cuanto más poder, más responsabilidad se atesora y más servicio hay que prestar. -Y para terminar, economía. ¿Dónde se sitúa el equilibrio de una empresa entre su responsabilidad social y su obligación de generar beneficios?-La empresa es responsable de generar beneficios, tanto económicos como sociales y medioambientales. Una empresa que tiene en cuenta esos tres niveles también es más rentable y tiene más probabilidad de mantenerse en el tiempo.
Repuesta de la Dra. Núria Querol:
Dra Jane Godall, DBE y Dra Núria Querol i Viñas en la III edición de CIPLAE
Imagino que la no utilización del término animales humanos y no humanos se debe a una simplificación de la redacción, ya que no me cabe duda de que Adela Cortina es bien consciente de nuestra condición de animales (vocablo de bellísima etimología, por cierto). Según la RAE, dignidad es la cualidad de digno, es decir: merecedor de algo. Resulta, en consecuencia, casi estremecedor afirmar categóricamente que los animales no humanos no son merecedores de algo y no deja de ser preocupante que se califique a un humano como un ente cuasi sagrado a quien se atribuye dignidad por defecto (eso incluye a los Ted Bundys y Pol Pots de turno) mientras que se desprecie por completo la capacidad de sufrir y de desarrollar las cualidades naturales de otros animales. Ya en el 1973 el filósofo noruego Arne Næss propone ir más allá en el concepto de valor relativo en función de las capacidades cognitivas , la posesión o no de alma o la conciencia de los seres vivos y propuso el concepto de ecología profunda (en contraposición a la clásica ecología superficial) según la cual, todos los seres vivos tienen un valor intrínseco desde el punto de vista ecológico. Se confunde, por otra parte, el concepto de derecho que se reivindica para los animales no humanos (a la libertad, a vivir sin sufrimiento, a que desarrollen sus capacidades naturales) con el derecho a la libertad de asociación, expresión, reunión y conciencia. Para entendernos: un cerdo debería tener derecho a ser un cerdo y no un trozo de carne, un elefante a ser un elefante y no un títere circense para nuestra diversión, etc. Por otra parte, afirmar que los humanos somos los únicos animales racionales o con capacidades cognitivas es reflejo de una creencia rozando el cartesianismo y que dista de los conocimientos actuales de la etología. La señora Cortina afirma que el reconocimiento de los derechos viene determinado por la capacidad para entender qué es un derecho y un deber. Pongamos como ejemplo a un humano (al cual se ha atribuido por defecto la dignidad y todo tipo de derechos) con un trastorno sádico de la personalidad y un diagnóstico de psicopatía...Ello conlleva, por definición una carencia de empatía, de respeto por los derechos ajenos y de extrema brutalidad…por el hecho de no respetar adrede el concepto de derecho y deber, ¿sería menos humano según su razonamiento? ¿No sería tributario de derechos? ¿Es cualquier humano, incluido el más sádico asesino en serie merecedor de derechos que se le niegan (incluso los más elementales) a un animal inocente? La diversión humana no puede justificar en ningún caso la tortura y muerte de un animal. Establecer diferencias entre la caza del zorro y las corridas de toros es de un cinismo insultante, y más cuando se afirma que el torero se juega mucho. El toro se juega lo único que tiene…y siempre pierde: la vida. Además, el torero es libre de escoger su profesión: si su inquietud es jugarse la vida, bien podría haberse preparado como GEO, bombero, policía o cualquier otra ocupación cuyo objetivo sea salvar vidas a pesar de arriesgar la propia, en vez de disfrutar vilmente con la tortura inmisericorde de un ser inocente a indefenso sin capacidad de elección.